5.05.2011

13 - Maltrato y persecución inquisitorial a los padres.


Maltrato y persecución inquisitorial a los padres.

Hubo un tiempo en que la esclavitud  era legal. 

Hubo un tiempo en que la segregación racial era legal.

Y los jueces aplicaban esas leyes con total “normalidad”.

Reflexión...

¿Legal es igual a justo?

¿Debemos obedecer ciegamente a todo, sin cuestionar nada?



Hoy se aplica en los Juzgados de familia la segregación parental (también llamado parricidio de estado) con la complacencia del aparato político y entusiasmo de muchas juezas de género, fiscalas de género y, por supuesto, con el apoyo científico de las psicólogas de género
Toda esta cohorte feminista estan encantadas de separar a los niños de sus padres (sólo de los padres), encantadas de que los niños pierdan los vínculos parentales y pierdan a la mitad de su familia. Encantadas de condenar a los hombres a jugar un papel insignificante en el desarrollo de sus hijos. Encantadas con este experimento frankesteiniano que es el parricidio de estado.

Esta aberración jurídica podrá ser legal pero claramente no es justa.


Todos tenemos un instinto básico para saber ( y no hace falta ser  jurista ) que hay cosas que no pueden ser justas, por ejemplo la esclavitud, la segregación racial, la pedofilia o que a un terrorista le cueste cada asesinato un año de cárcel.

La segregación parental es una tremenda injusticia. Que los niños pierdan a un progenitor tras el divorcio de sus padres, que los padres queden reducidos a simples visitadores y pagadores de sus hijos atenta contra la dignidad humana y derechos fundamentales.
Visitadores en el mejor de los casos ya que si la mujer quiere puede hundir a su ex (denuncia falsa ante un Juzgado de Violencia) y dejar completamente huérfanos a sus hijos y no le pasa nada.

No podemos resignarnos como si esto fuese una  fatalidad, no podemos quedarnos impasibles a ver si lo solucionan otros.

«En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle». Mahatma Gandhi.


Las Leyes feminazis aprobadas durante el gobierno de ZP  nos han hecho retroceder a tiempos tenebrosos que creíamos ya superados.  La persecución del padre de familia es tal crueldad que hoy la justicia trata con mucha más delicadeza a un terrorista que a un padre de familia. Los jueces velan por los derechos y la integridad de los terroristas con un grado de exquisitez que ya les gustaría a muchos los padres de familia honrados que luchan por ver a sus hijos recibir el mismo trato.

Si un terrorista se pone de huelga de hambre el juez que lleve su expediente tendrá un grave problema, posiblemente no descanse hasta que se resuelva satisfactoriamente (para el terrorista) el problema. Pero si un padre de familia se pone en huelga de hambre porque no ve a sus hijos desde hace años… ningún juez le va a prestar ninguna atención. El sufrimiento de un padre no es noticia. Ese padre se morirá como una rata callejera y no tendrá ninguna repercusión.

La mayor amenaza que podía sufrir un ciudadano de hace 400 años era que un vecino le denuncia por hereje. Hoy la mayor amenaza de un ciudadano es que una mujer le diga “te voy a denunciar”. Aquellos tiempos tenebrosos de la Inquisición han vuelto. Hoy los hombres vuelven a vivir con miedo e inseguridad jurídica gracias a las leyes feministas de ZP y su cohorte de feminazis.

La situación que vivían entonces y la que vivimos ahora tiene muchas similitudes.



10 similitudes de la Santa Inquisición con los Procesos de Violencia de Género.


1- El derecho inquisitorial se caracterizaba por la "búsqueda constante de herejes. 

Ahora se buscan machistas.

2- El proceso inquisitorial partía de la presunción de culpabilidad del acusado.

Ahora es igual.


3- Los sospechosos eran rápidamente arrestados en caso de que existiera denuncia previa.

Ahora se les arresta aunque no exista denuncia previa. 

4- La Iglesia animaba a denunciar a los feligreses si sabían de algún hereje. 

Ahora se anima a todos los ciudadanos a “colaborar contra el machismo”.

5- Una vez detenido, el acusado era inmediatamente incomunicado, siendo separado en el mismo momento de aquellos en cuya compañía se hallaba cuando fue detenido.

Ahora sucede igual. Los hombres son separados preventivamente de sus hijos sin esperar a sentencia firme.


6- Las llamadas pruebas "de oídas", es decir, basadas en rumores, tenían la misma consideración que las aportaciones de los testigos oculares.

Ahora es igual. Basta la simple palabra de una mujer para condenar a un hombre.


7- La inquisición llevaba sus propios expertos oficiales. Eran los “consultores” (expertos juristas) y los “calificadores” (teólogos).

Ahora es igual. Las juezas se auxilian de expertas psicólogas de género. Si la psicóloga da credibilidad a la palabra de la mujer el hombre tiene un 99% de probabilidad de ser condenado.


8- Las pruebas aportadas en el juicio habían de ser bien comprobadas y expuestas por la defensa pero no tanto por quienes formulaban la acusación.

Ahora es igual. El hombre tiene que demostrar muy claramente que se trata de una denuncia falsa.



9- Con estos métodos el preso solía autoinculparse, a sabiendas de que, haciendo esto, conseguiría una sentencia considerablemente más benévola como podía ser el arresto domiciliario y una multa. 

 Ahora es peor, ya no vale eso. Al hombre se le cruje de todas formas y sin compasión.


 
10- Una vez condenado, aparte de las consabidas penas pecuniarias, los castigos menores más comunes eran de tipo espiritual, es decir, ayunos y rezos o la abjuración, el destierro o el asolamiento de la vivienda. 

Ahora es peor. El juez puede aplicar una pena de trabajos sociales en beneficio para la comunidad y cursos de educación pero la gran mayoría de las juezas optan por la pena de cárcel. Hay que crujir al machista y con saña.
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¡Gracias ZP por maltratar y humillar a los hombres!
¡Gracias ZP por dejar a tantos niños sin padre!
Los divorciados no olvidamos.



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1 comentario:

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